Indígenas por fuera, ajenos por dentro

Por Tatiana Soto

  • Hechos históricos indígenas han perdido su valor cultural

  • Mitad de los pueblos perdió su lengua materna

“Ya no estamos dando la vida, estamos perdiendo el idioma, la identidad, perdiendo todo. Fue inútil el sacrificio que hizo Pa Blu. Él luchó para que nosotros podamos defender lo que él defendió y duele ver como los indígenas, a veces, lo toman solo como una fiesta. Este es el día de recordar, de ver que cada indígena bribri está perdiendo”, menciona Gloria Mayorga, indígena bribri perteneciente al clan Löliwák, del territorio Kéköldi, quien, con expresión de molestia, destaca que las tradiciones indígenas se pierden cada vez más en la zona.

Hoy, 4 de julio, se recuerda el heroísmo que pagó con su vida el cacique Pa Blu Presbere en 1710, cuyo resultado fue la liberalización de su pueblo de las manos opresoras de la colonia. Pero, esta celebración, que debería exaltar el orgullo indígena, se da en medio de la agonía de la cultura que tanto defendió.

Hace más de 300 años, Presbere se opuso a la inhumana destrucción de la cultura indígena que realizaban los colonizadores españoles. Como respuesta a sus irrefrenables actos, el cacique quemó templos y ajustició frailes. Así, logró que los españoles huyeran de tierras talamanqueñas. Pero más tarde, Presbere cayó en manos de las autoridades de Cartago, quienes pusieron fin a su vida y a sus actos.

Talamanca, el cantón que posee dos de los ocho pueblos indígenas existentes en nuestro país, el lugar en donde habita mayor cantidad de indígenas, está perdiendo su habla y el valor de las tradiciones.

El idioma ha sido una de las mayores afectaciones culturales en los pueblos indígenas de nuestro país. Cuatro de los ocho visitados en el Censo 2011 del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), reflejan que no hay, en su mayoría, un dominio de la lengua por parte de los indígenas. En Teribe, por ejemplo, solamente hay 126 hablantes de la lengua materna, mientras 1.141 habitantes indígenas no la hablan. Caso alarmante es el del territorio de Zapatón, ubicado en pueblo Huetar, donde solamente tres personas hablan la lengua madre, de entre 1.344 indígenas, según datos del Censo 2011.

Preocupa la lengua materna

“En nuestros tiempos escolares, las maestras nos pegaban si nos escuchaban hablar bribri. Es por eso que muchos grandes lo han perdido, aunque ya no se dé eso con los niños”, expresa Vinicio Mora, indígena de la comunidad Döki Döki, perteneciente al clan Mluriwák. Vinicio asegura que esa es la razón por la que, hoy en día, muchos padres no hablan bribri con sus hijos y familiares; pero en su caso, él se aferra al idioma natal.

Para paliar esta situación, en las escuelas de territorios indígenas se imparten lecciones de lengua y cultura. No obstante, es un esfuerzo decorativo en algunos casos, debido que el idioma que más hable la mayoría de alumnos es el que se emplea para dar las clases, a pesar de que la lengua materna sea otra. La lengua natal se vuelve así objeto de estudio más que vivencia.

“Con la reforma de plan de estudios de las escuelas dentro de territorio indígena, se incorporan tres lecciones de lengua indígena y dos de cultura. Es muy poco, pero de alguna forma viene a trabajar a nivel de aprecio sobre la lengua, porque a nivel de logros comunicativos podría no ser lo esperado, pero sí a nivel de estudio”, explica Carmen Rojas, Lingüista del Departamento de Educación Intercultural del Ministerio de Educación Pública.

Rojas dice que las materias básicas no se imparten en el idioma indígena “porque las lenguas indígenas nuestras no tienen suficiente vocabulario para desarrollar mucho de los contenidos escolares”. Lo dicho por la Lingüista llegaría a ser diferente si los planes de estudio se plantearan desde el interior de las comunidades indígenas.

De una clase de quinto grado, Marlon, de 11 años, es el único entre sus compañeros que sabe hablar y escribir bien el bribri. Eso se lo debe a su padre, quien le habla solamente en esa lengua. Para Rojas, este es un elemento clave para que el idioma no se pierda o quede solamente en los salones de clase.

Mientras tanto, en el territorio de Kéköldi, de una población indígena de 1.062 personas, solamente 385 hablan bribri. Esta lengua es la que disminuyó más en 10 años, según los censos nacionales del 2000 y el 2011, con un 8%.

“Los castigos que nos daban las maestras por hablar la lengua autóctona era hincarse sobre maíz o piedras. Apenas nos escuchaban nos castigaban”, comenta el awá Justo Torres, indígena de Sös del clan Kacháutwák. Afortunadamente, la situación en las escuelas hoy en día ya no es como en el pasado. Él añade que los castigos propinados en las escuelas provocaron que muchos de los indígenas no hablaran más la lengua. Hoy, esa generación tiene hijos que posiblemente nunca han escuchado a nadie de su familia usar el bribri.

Torres es awá (médico indígena), figura importante dentro de la cultura que utiliza las plantas y la naturaleza para ayudar en la sanación de padecimientos. La demanda de sus servicios ha disminuido debido a que, cada vez más, los indígenas prefieren como primera opción los servicios de salud del Estado.

Figura indígena importante se pierde

“Nosotros, como bribris, tenemos un destino que debemos cumplir en este mundo. Tristemente, cada vez hay menos awapa (plural de médico indígena). Los indígenas no captan del hombre blanco las cosas buenas, solo las malas, las que dañan. Por la influencia de las religiones, se está dejando lo último que queda de nuestra cultura”, comenta el awá y añade, con molestia, que algunos awapa se abusan y cobran sumas elevadas por sus servicios (alrededor de hasta 60.000 colones en las zonas aledañas de Amubri), lo que provoca que las clínicas y los ebais sean los lugares a los que recurren los indígenas cuando se tiene algún padecimiento. Así, se olvida la cultura de lo natural.

Por su parte, la Clínica de Suretka atiende comunidades como Amubri, Sepecue, la parte fronteriza de Sixaola, entre otras. Sin embargo, no trabajan de la mano con la medicina natural. El doctor Guillermo Cubillo, lleva seis años de laborar en la clínica, nunca ha trabajado con lo natural, aunque sí visita a indígenas para realizarles chequeos y atender urgencias.

En las afueras de esta clínica, en la parada de autobuses, se encuentra un matrimonio con su bebé. Han viajado a pie durante cuatro días. Han dormido donde los han alcanzado las noches y el cansancio. Vienen desde Alto Telire, territorio perteneciente al pueblo cabécar ubicado en las montañas altas y empinadas de Talamanca; es el más aislado de los  territorios y es considerable la lejanía entre las vivienda de sus propios habitantes. La familia se dirige a unas citas programadas para su bebé de cinco meses.

“En Telire, donde yo vivo, no hay centros de salud, no hay doctores, no hay nada. En el momento que ya sabíamos que mi esposa estaba cerca de dar a luz, tuvimos que venir hasta acá, igualmente un viaje de cuatro días”, cuenta Regildo Fallán, quien habla mientras su esposa le dice cosas al oído, posiblemente recordándole información que él ha olvidado contar.

Estado consciente de situación

Por casos como el de Regildo y los de muchos más ciudadanos indígenas, el Ministerio de Salud desarrolla el Plan Nacional de Salud de Pueblos Indígenas e Indígenas Migrantes. Uno de sus enfoques es conocer la percepción sobre salud y enfermedad indígenas, considerando zonas de difícil acceso, como Telire.

“Trabajamos con estudios sobre salud, enfermedad y sus determinantes sociales desde la percepción indígena. A estas personas, les estamos dando una capacitación para que levanten estos pequeños estudios a partir de entrevistas, de grupos focales donde se pueda recuperar información que no teníamos antes. Todo es trabajado con los mismos indígenas”, detalla Romano González, coordinador de la elaboración del plan.

El movimiento de este ministerio responde al mandato del Convenio 169 de la OIT (Organización Internacional de Trabajo), que estipula que toda ayuda o ideas implementadas para pueblos indígenas tienen que respetar y responder a sus creencias, cultura e intereses.

Por su parte, el Ministerio de Cultura trabaja con la revitalización de la cultura en pueblos indígenas a través de la Política Nacional de Derechos Culturales 2014-2023.

“Hay temas que son claves, como el de reconocimiento y respeto a las culturas indígenas, que corresponde a ese problema de subvalorización e invisibilización; el tema de la educación y fortalecimiento de las culturas indígenas y, por último, recursos naturales y vivencia plena de las culturas indígenas”, explica Fresia Camacho Directora de Cultura del Ministerio de Cultura, quien asegura que todo esto es tomado en cuenta para trabajar con dichos grupos.

A pesar de las mencionadas iniciativas estatales, Gloria Mayorga sostiene que el Estado busca la eliminación de las culturas propias de los pueblos autóctonos.

“El sistema de conocimiento de los pueblos indígenas ha ayudado en los temas sobre el cambio climático y, si queremos a futuro una adaptación, una de las respuestas se las pueden dar los pueblos indígenas con el conocimiento ancestral que sirve para cuidar la tierra y a nosotros mismos”, comenta Donald Rojas, Presidente de la Mesa Nacional Indígena, una de las organizaciones indígenas que no tiene influencia del Estado, creada y conformada por indígenas de los distintos pueblos del país. Rojas agrega que “si se sigue perdiendo la cultura de los pueblos, se perderán los conocimientos, no sabrán cómo cuidar las tierras y se provocarán cambios negativos en la naturaleza y la biodiversidad que se agrupa en grandes cantidades en las zonas indígenas”

El sacrificio que Pa Blu realizó hace más de 300 años para que su cultura se conservara, parece ya no tener sentido.

“La fecha de hoy es para hacer consciencia de lo que Pa Blu hizo por nosotros. Ir a conmemorar su muerte tomando chicha y pasándola bien no es darle el respeto que se debe. El indígena bribri ya no quiere saber de su cultura, de su clan, de su idioma. El hablar bribri no es solo hablar, es conocer toda una cosmovisión, es saber de dónde soy y para donde voy y por qué estoy acá. Es saber todo lo que está a su alrededor, y eso es lo que los indígenas sienten que es algo que no tiene valor, que solo lo que viene de afuera vale”, menciona, Mayorga.

Proyecto publicado en CRHoy.com

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